La independencia financiera consiste en la autonomía económica que una persona puede lograr prácticamente sin tener que trabajar, viviendo del rendimiento de su capital. Este objetivo aunque debería ser muy importante debido a la inestabilidad actual del empleo parece inalcanzable para las personas asalariadas, máxime cuando trabajan mes a mes y consumen el total de sus ingresos a veces sin saber en qué se ha gastado.

Un asalariado al retirarse o al perder el trabajo se queda sin ingresos, así que cuando no se tiene un plan para alcanzar la independencia financiera, puede ser que por el contrario esté a unos cuantos meses de la bancarrota.

Si en verdad queremos alcanzar este objetivo no podemos depender únicamente del empleo y pensar que ocurrirá un milagro que nos permita el cambio en nuestras vidas.

La independencia financiera se logra cuando tenemos un capital que renta lo suficiente para mantenerse por si mismo y que además nos permite sobrevivir.

Ya sea mediante un negocio, la compra de acciones, o los fondos de inversión; el capital debe ser suficiente para que los rendimientos nos permitan vivir cómodamente, y que además siga incrementándose.

No es un camino fácil pero podemos alcanzar la independencia mediante la planeación, el ahorro, la acumulación y la protección de nuestro patrimonio.

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