Muchas de las personas que tuvimos la oportunidad de estudiar una carrera universitaria, lo hicimos en parte gracias al apoyo de nuestros padres y además con una perspectiva a largo plazo. Preferimos durante un tiempo andar algo cortos de dinero e invertir nuestro tiempo y esfuerzos buscando mayores beneficios en el futuro.

Sin embargo, al terminar nuestra carrera y conseguir nuestro primer trabajo, perdemos esta excelente forma de pensar. Sentimos que hemos llegado al final del camino y que ahora es el momento de gastar, así que corremos a comprometer nuestros ingresos futuros comprando un buen carro, compras a crédito y todo tipo de caprichos, esfumando la visión de futuro que teníamos poco tiempo atrás.

Esta forma de vida genera cada vez más endeudamiento; Los ingresos, aunque aumenten, nunca parecen ser suficientes; No existen ni ahorros ni inversiones y por consiguiente, cualquier acontecimiento inesperado puede convertirse en una catástrofe financiera terminando en la banca rota.

¿Qué podemos hacer para cambiar esto? La mejor forma es volver a hacer lo que ya hicimos alguna vez: pensar a largo plazo. Entre más larga sea nuestra perspectiva del tiempo nuestras decisiones serán de mejor calidad y la probabilidad de alcanzar el éxito sera mayor.

La clave está en el autocontrol. Si somos capaces de renunciar a los beneficios y comodidades a corto plazo buscando asegurar nuestro futuro, iremos construyendo nuestro propio camino hacia la libertad financiera.

Ahorrar al menos el 10% de tus ingresos, colocarlos en una cuenta de inversión y no tocarlos, es la manera más simple de comenzar. No utilizar las tarjetas de crédito para financiarte y no despilfarrar el dinero te permitirá contar con más recursos para invertir y acelerar más tu carrera al éxito financiero.