Una mañana de verano, un leñador se dispuso a iniciar su trabajo del día. Lleno de optimismo tomó su hacha y emprendió el camino hacia el bosque. Al caer la tarde, había derribado 10 árboles gigantescos. Esa noche el leñador descansó feliz por tan productiva jornada.
Al día siguiente se levantó y de nueva cuenta se fue al bosque, pero esta vez solo derribó 7 árboles. El leñador llegó a su casa un poco preocupado y descansó.
El tercer día decidió comenzar más temprano, ya que se estaba retrasando en el trabajo y se apuró al bosque a trabajar. Pero esta vez solo pudo derribar 3 árboles. Muy frustrado y preocupado llegó a su casa y apenas pudo descansar agobiado por la carga de trabajo que se le estaba acumulando.
El cuarto día fue a trabajar desde temprano, y por más que intentaba cortar dando fuertes golpes con su hacha no podía derribar ni el primer árbol y ya era casi medio día.
Un caminante pasó cerca de el y le dijo: «Oiga amigo, ¿porqué no se detiene un poco y afila esa hacha?»… El leñador, se enderezó con un poco de dificultad, debido al fuerte dolor espalda que tenía, y con un rostro visiblemente estresado, le contestó: «eso quisiera amigo, pero tengo tanto trabajo atrasado, que no puedo detenerme a afilar mi hacha»
«If I had six hours to chop down a tree, I’d spend the first four hours sharpening the axe« – Abraham Lincoln
Proveedor de servicios y sitios de internet, budista, esposo, papá, y creador de atracciones de terror!! (No necesariamente en ese orden) 😉